Pensar la ética desde la compasión y no desde la moral, la invitación de Joan-Carles Mèlich
Creado por: Lola Ferrin
“Sin moral no hay ser humano, pero solo con moral el ser humano se convierte en un monstruo”. Con esta afirmación, el filósofo español Joan-Carles Mèlich marcó el tono de su conferencia ‘Ética de la compasión y lógica de la crueldad’, que se llevó a cabo en la Javeriana Cali, en el marco del Foro de Educación organizado por la Fundación La Tercera Orilla en colaboración con el programa de Filosofía.
El encuentro, moderado por Diana Melissa Paredes, profesora de la Universidad de Antioquia, fue un diálogo profundo y a la vez cercano sobre la condición humana, la educación y las posibilidades de la ética en un mundo marcado por la fragilidad.
Para Mèlich, la ética comienza cuando alguien nos interpela y nos exige una respuesta, mientras que la moral pertenece al ámbito de las reglas que heredamos. “Todos nacemos dentro de una gramática, una lengua, unos símbolos, unas normas, pero la ética aparece cuando algo o alguien nos descoloca y nos pide actuar más allá de esa moral”, explicó.
Uno de los ejemplos más potentes de su exposición fue la reinterpretación de la parábola del samaritano, a la que Mèlich despoja de su sentido religioso para leerla como una historia humana sobre la compasión. “El samaritano actúa en contra de su moral, transgrede la gramática del odio con la que fue educado. No ayuda por piedad, sino por compasión; y la compasión, a diferencia de la piedad, es silenciosa”.
Durante la conversación, la profesora Paredes destacó cómo la trilogía filosófica del invitado, Filosofía de la finitud, Ética de la compasión y Lógica de la crueldad, plantea que el ser humano es un ser que padece. “Para poder existir, necesitamos ámbitos de acogida. No somos seres cósmicos ni caóticos, sino la intersección de esos dos mundos”.
Mèlich advirtió también sobre los peligros de las morales universales y de los discursos que pretenden eliminar la fragilidad. “Cuando creemos que actuamos bien y tenemos la conciencia tranquila, ahí comienza la crueldad”, afirmó. Citando a George Steiner, recordó la paradoja del nazismo, “el problema no fue que los nazis no tuvieran moral, sino que solo tenían moral”.
Hacia el final de su intervención, el filósofo reflexionó sobre el perdón y la memoria. “El perdón solo puede darse en primera persona. No se puede perdonar en nombre de otro. Y la memoria, como todo lo humano, es ambivalente, puede evitar que el mal se repita, pero también puede reactivarlo”.
La conversación cerró con una invitación a pensar la educación desde la ética de la compasión. La educación, expresó Mèlich, no puede enseñarnos la ética, pero puede prepararnos para reconocer la fragilidad y responder al otro con humanidad. Ese es el verdadero sentido de formar.
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